Los brackets metálicos son el tipo de ortodoncia tradicional más utilizado para corregir problemas de alineación dental, mordida y maloclusiones. Están compuestos por pequeñas piezas metálicas, generalmente de acero inoxidable, que se adhieren a la superficie frontal de cada diente y se conectan entre sí mediante un alambre (arco), que ejerce la fuerza necesaria para mover los dientes hacia la posición deseada.
Una de las principales ventajas de los brackets metálicos es su eficacia: permiten realizar movimientos dentales complejos con gran precisión, por lo que son recomendados en casos moderados a severos de apiñamiento, mordida cruzada, sobremordida, etc. Además, son más resistentes y duraderos que otros tipos de brackets, y suelen ser más económicos, lo que los hace accesibles para muchos pacientes.
Aunque no son los más discretos, los brackets metálicos actuales son más pequeños y cómodos que los de generaciones anteriores. También permiten personalización con ligas de colores, lo que puede resultar divertido para niños y adolescentes. El tratamiento con brackets suele durar entre 18 y 30 meses, dependiendo del caso, y requiere visitas periódicas al ortodoncista para ajustes.
Entre sus desventajas, destaca que son visibles, lo cual puede ser una preocupación estética para algunos pacientes, especialmente adultos. También pueden generar molestias iniciales en labios y mejillas, y requieren una higiene oral rigurosa para evitar acumulación de placa, caries y manchas alrededor de los brackets.
En resumen, los brackets metálicos son una opción ortodóntica confiable, efectiva y económica para corregir problemas dentales. Aunque menos estéticos que otras alternativas como los brackets cerámicos o la ortodoncia invisible, siguen siendo una de las mejores opciones por su resistencia y capacidad de tratar una amplia variedad de malposiciones dentarias con éxito.
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Cirujano Dentista - Dr. José Cano Salinas