Si no reemplazas un diente perdido con un implante u otra solución dental, pueden surgir varios problemas con el tiempo, tanto funcionales como estéticos. Uno de los efectos más comunes es el desplazamiento de los dientes vecinos hacia el espacio vacío, lo que puede causar desalineación dental y afectar la mordida. Esto, a su vez, puede provocar desgaste irregular de los dientes, dificultades para masticar y dolores en la mandíbula.
Además, al faltar un diente, el hueso en esa zona comienza a reabsorberse debido a la falta de estimulación que normalmente se produce al masticar. Con el tiempo, esta pérdida ósea puede debilitar la estructura de la mandíbula y alterar el contorno facial, haciendo que la persona luzca mayor. Esto es especialmente importante si se han perdido varios dientes.
Otro efecto negativo es la posible afectación del habla y la autoestima. Dependiendo de la ubicación del diente perdido, puedes notar dificultad al pronunciar ciertos sonidos o sentirte incómodo al sonreír. Esto puede impactar tu confianza y tus relaciones personales o profesionales.
Por último, la pérdida dental sin tratamiento puede aumentar el riesgo de enfermedades periodontales, ya que el espacio vacío puede acumular restos de comida y bacterias. Esto no solo afecta la encía en esa área, sino que también puede comprometer la salud de los dientes adyacentes. Por estas razones, los dentistas suelen recomendar reemplazar los dientes perdidos lo antes posible.
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Cirujano Dentista - Dr. José Cano Salinas