El manejo de un diente retenido o impactado depende de su posición, del tipo de diente afectado y de si está causando o puede causar problemas. Un diente se considera retenido cuando no ha erupcionado dentro del tiempo esperado, y impactado cuando está bloqueado por hueso, encía o por otros dientes y no puede salir por sí solo. Los terceros molares (muelas del juicio) y los caninos superiores son los más comúnmente afectados.
El primer paso en su manejo es una evaluación clínica y radiográfica, que incluye radiografías panorámicas o tomografías (CBCT) para determinar la posición exacta del diente, su orientación, el estado de desarrollo de la raíz y su relación con estructuras anatómicas como el nervio dentario inferior o el seno maxilar.
Cuando el diente retenido no causa síntomas ni riesgo de complicaciones, puede adoptarse una actitud de vigilancia con controles periódicos. Sin embargo, si hay dolor, infecciones recurrentes, daño a dientes vecinos, quistes o alteraciones en la alineación dental, se indica su extracción quirúrgica. Este procedimiento implica abrir la encía, remover el hueso que cubre el diente y, si es necesario, seccionar el diente para facilitar su extracción.
En algunos casos, especialmente con caninos retenidos, el objetivo no es extraer sino reubicar el diente en su posición correcta mediante tracción ortodóntica. Para ello, se realiza una exposición quirúrgica del diente, se adhiere un accesorio ortodóntico, y luego se aplica fuerza controlada para guiarlo hacia su lugar en el arco dental.
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Cirujano Dentista - Dr. Jose Cano Salinas
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