La necrosis pulpar es la muerte del tejido blando que se encuentra en el interior del diente, conocido como pulpa dental. Esta pulpa contiene nervios, vasos sanguíneos y tejido conectivo, y su función principal es mantener el diente vivo y sensible. Cuando la pulpa se daña gravemente, ya sea por caries profundas, traumatismos, fracturas o infecciones, puede perder su irrigación sanguínea y morir.
En las primeras etapas, la necrosis pulpar puede no causar síntomas, por lo que muchas personas no se dan cuenta de que tienen un problema hasta que se desarrolla una infección, un absceso o sienten molestias al masticar. Con el tiempo, el diente puede cambiar de color (volverse gris o más oscuro), presentar dolor a la presión, inflamación o incluso formar una fístula (pequeño canal con pus) en la encía.
El diagnóstico se confirma mediante una evaluación clínica y radiográfica por parte del dentista. Una vez identificada, el tratamiento principal es la endodoncia (tratamiento de conducto), que consiste en retirar la pulpa muerta, desinfectar los conductos radiculares y sellarlos para evitar reinfecciones. Si no se trata, la infección puede extenderse al hueso o tejidos cercanos, generando complicaciones más graves.
En resumen, la necrosis pulpar es una condición seria, pero tratada a tiempo, el diente puede salvarse. Por eso, es fundamental acudir al dentista ante cualquier signo de dolor persistente, cambio de color en el diente o sensibilidad anormal.
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Cirujano Dentista - Dr. Jose Cano Salinas
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